No se ha de llevar un ritmo acelerado cuando la melodía ha de ir a paso lento, ni se ha de dar demasiada calma cuando hemos de ir a prisa.
Si respetamos tiempos y compases, en la vida como en la música, nuestro andar será armonioso.
Inútil es, de acelerar el ritmo, aunque nuestra capacidad e ímpetu nos empujen a hacerlo, cuando no es necesario, solo haremos que nuestra melodía se descomponga en un ruido ensordecedor que poco aporta.
Además, así como en la vida, en una orquesta, a cada cual le corresponde hacer su parte, sin que nadie se le adelante o sea silenciado antes de tiempo.
Permite a cada persona hacer su parte, para que cuando tu turno de actuar llegue, todo esté en armonía y puedas lograr tu mejor ejecución en compañía de todos los demás.
La obra musical de tu vida se está llevando a cabo en este mismo momento... ¿La escuchas?
Escrito disponible bajo la licencia
Cette création est mise à disposition sous un contrat Creative Commons.